martes, 1 de septiembre de 2015

Volver a pisar el “paraíso” de la infancia

Fuente de los Patos
Mi infancia son recuerdos...” Los versos con los que el gran poeta Antonio Machado inicia el poema que tan maravillosamente sintetiza su historia siempre me fascinaron, como toda la obra machadiana. Nunca conseguiré expresar mi infancia con la belleza que lo hace el poeta andaluz, pero la belleza de mis recuerdos no tienen nada que envidiar a la de ningún escritor, ni la felicidad de los momentos vividos, ni la dulzura que destila mi corazón al relatarlos, ni la profunda emoción que embarga mi alma al volver a pisar los entrañables rincones que configuraron el “paraíso” de mi infancia en esta bendita Requena, en este hermoso lugar de la Creación, en el que quiso Dios traerme al mundo.
    Nacida cuando el siglo XX recién doblaba su segunda mitad pertenezco a una generación que no conoció el hambre, pero supo lo que es la austeridad, conocí lo que es la cultura agraria, en su economía, sus costumbres y su mentalidad, pero también había retazos de que la revolución industrial había acontecido en la historia. Había un mundo de valores que me gustaba y que ciertamente configuraron mi universo, pero también muchas cosas que no me gustaban y que me las fui saltando. 
Portada de Santa María
Dejé Requena cuando salí a estudiar a la Universidad. Prácticamente ya no regresaría a Requena nada mas que en vacaciones, primero las del verano académico, luego las laborales, luego con mis hijos pequeños, luego muchos años años sin venir nada más que de paso. Ahora, con un pie en el estribo de la jubilación, y con la perspectiva de poder pasar en mi amada Requena como mínimo el largo y cálido verano, que en las tierras meridionales donde vivo es excesivo, me siento ante el ordenador, un artilugio que obviamente no existía en mis tiempos, para verter sobre este luminoso espacio en blanco, que es la página virtual en la que escribo, los deliciosos recuerdos que se deslizan de mi memoria y que previamente he ido saboreando, como se saborea un buen vino de la tierra, en mis caminatas por esos maravillosos campos, en mis paseos por sus entrañables rincones urbanos y despejadas avenidas, flamígeras portadas de iglesias, recoletos parques, rumosoas arboledas y cantarinas fuentes, aunque muchas de ellas estén cegadas.
Niños de la Comisión Infantil del barrio Villa en 1956(1). 
Y si todo mi ser siente la poderosa fuerza de las raíces telúricas que surgen de la tierra y suben por mi cuerpo hasta lo hondo de mi alma y de mi corazón, qué no decir del reencuentro con personas que, tras cincuenta años de ausencia, casi había olvidado y aunque entonces éramos “los niños”y ahora somos “los abuelos”, mi corazón salta de emoción cuando nos reconocemos y las pupilas se dilatan porque detrás de nuestras caras llenas de arrugas se sigue vislumbrando la carita de quienes fueron nuestras amigas de la escuela, de la calle, de... cualquier sitio, nuestros compañeros de instituto... 
Ermita de San Blas
Pero también me he encontrado con gratas novedades. Ese destartalado edificio de lo que fue la iglesia de San Nicolás, que nunca vi más allá del agujero que había en la puerta, hoy recuperado. La celebración de las “caminatas” de San Nicolás en la misa de los lunes en el Carmen, la celebración de un día al Cristo del Amparo en la calle y ermita de su nombre. La restauración de la ermita de san Blas, el “despeje” del entorno del Salvador, y del castillo...En fin muchas cosas que iré desgranando.
No dejo de enorgullecerme de las cosas nuevas que hay en Requena,  ese palacio de Justicia, el IES Oleana, el Polideportivo, los hermosos edificios paralelos a la Avenida, los museos... En realidad “no me pertenecen”, surgieron cuando yo andaba por otras latitudes, pero hoy forman parte de mi Requenita del alma.

Requena 9 de agosto de 2015

(1) Foto cedida por José Herrero Martínez, en fotosderequena.facebook.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario