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Fuente de los Patos |
“Mi infancia son recuerdos...”
Los versos con los que el gran poeta Antonio Machado inicia el poema
que tan maravillosamente sintetiza su historia siempre me fascinaron,
como toda la obra machadiana. Nunca conseguiré expresar mi infancia
con la belleza que lo hace el poeta andaluz, pero la belleza de mis
recuerdos no tienen nada que envidiar a la de ningún escritor, ni la
felicidad de los momentos vividos, ni la dulzura que destila mi
corazón al relatarlos, ni la profunda emoción que embarga mi alma
al volver a pisar los entrañables rincones que configuraron el
“paraíso” de mi infancia en esta bendita Requena, en este
hermoso lugar de la Creación, en el que quiso Dios traerme al mundo.
Nacida cuando el siglo XX recién
doblaba su segunda mitad pertenezco a una generación que no conoció
el hambre, pero supo lo que es la austeridad, conocí lo que es la
cultura agraria, en su economía, sus costumbres y su mentalidad,
pero también había retazos de que la revolución industrial había
acontecido en la historia. Había un mundo de valores que me gustaba
y que ciertamente configuraron mi universo, pero también muchas
cosas que no me gustaban y que me las fui saltando.
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Portada de Santa María |
Dejé Requena cuando salí a estudiar a la Universidad. Prácticamente ya no regresaría a Requena nada
mas que en vacaciones, primero las del verano académico, luego las
laborales, luego con mis hijos pequeños, luego muchos años años
sin venir nada más que de paso. Ahora, con un pie en el estribo de
la jubilación, y con la perspectiva de poder pasar en mi amada
Requena como mínimo el largo y cálido verano, que en las tierras
meridionales donde vivo es excesivo, me siento ante el ordenador, un
artilugio que obviamente no existía en mis tiempos, para verter
sobre este luminoso espacio en blanco, que es la página virtual en
la que escribo, los deliciosos recuerdos que se deslizan de mi
memoria y que previamente he ido saboreando, como se saborea un buen
vino de la tierra, en mis caminatas por esos maravillosos campos, en
mis paseos por sus entrañables rincones urbanos y despejadas
avenidas, flamígeras portadas de iglesias, recoletos parques, rumosoas arboledas y cantarinas fuentes,
aunque muchas de ellas estén cegadas.
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Niños de la Comisión Infantil del barrio Villa en 1956(1). |
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Y si todo mi ser siente la poderosa
fuerza de las raíces telúricas que surgen de la tierra y suben por
mi cuerpo hasta lo hondo de mi alma y de mi corazón, qué no decir
del reencuentro con personas que, tras cincuenta años de ausencia,
casi había olvidado y aunque entonces éramos “los niños”y
ahora somos “los abuelos”, mi corazón salta de emoción cuando
nos reconocemos y las pupilas se dilatan porque detrás de nuestras
caras llenas de arrugas se sigue vislumbrando la carita de quienes
fueron nuestras amigas de la escuela, de la calle, de... cualquier
sitio, nuestros compañeros de instituto...
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Ermita de San Blas |
Pero también me he encontrado con
gratas novedades. Ese destartalado edificio de lo que fue la iglesia
de San Nicolás, que nunca vi más allá del agujero que había en la
puerta, hoy recuperado. La celebración de las “caminatas” de
San Nicolás en la misa de los lunes en el Carmen, la celebración de
un día al Cristo del Amparo en la calle y ermita de su nombre. La
restauración de la ermita de san Blas, el “despeje” del entorno
del Salvador, y del castillo...En fin muchas cosas que iré
desgranando.
No dejo de enorgullecerme de las cosas
nuevas que hay en Requena, ese palacio
de Justicia, el IES Oleana, el Polideportivo, los hermosos edificios
paralelos a la Avenida, los museos... En realidad “no me
pertenecen”, surgieron cuando yo andaba por otras latitudes, pero
hoy forman parte de mi Requenita del alma.
Requena 9 de agosto de 2015
(1) Foto cedida por José Herrero Martínez, en fotosderequena.facebook.com
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