domingo, 27 de marzo de 2016

POR PASCUA FLORIDA...


Los Pinos de Florillo (1)
El Sábado de Gloria parecía que ya todo olía a “Pascua”. Las calles más comerciales como las de Olivas, Las Monjas y del Peso tan solo habían permanecido cerradas los días de Jueves y Viernes Santo, pero, sobre todo, las mujeres se afanaban entrando y saliendo de las tiendas como si realmente las despensas estuviesen vacías. En realidad todavía estábamos en el tercer día del Triduo Pascual, la reforma litúrgica de 1955 le había cambiado el nombre de “Sábado de Gloria” a "Sábado Santo", pero me parece que en general la gente no se había enterado mucho. Lo cierto es que los hornos emanaban el exquisito olor de los bollos y las monas de pascua. Todos nos preparábamos para comer la mona los tres días de pascua que nos esperaban.

Pascua de 1958 ( 2)
La "mona de pascua" puede sonar algo extraño para quienes no son del entorno valenciano. En realidad simboliza el fin de la abstinencia cuaresmal. Podían ser dulces, de masa semejante al panquemado, lo característico es que lleven un huevo, pintado de algún color, y anisetes de colores. En Requena ademas, hacían monas con la masa típica del bollo requenense, una pan medio hojaldrado cubierto de tajadas de jamón y longanizas, aunque también podía llevar sardinas. Del nombre del producto pasamos a denominar “ir de mona” la tarde o el día que nos íbamos al campo a comerla y celebrar la pascua. El domingo era usual comer las monas dulces y el lunes y martes las de pan. Además podían revestir curiosas formas, mi abuela Emilia las hacía en forma de paloma.

Pascua de 1969 ( 3 )
El Sábado de Gloria tenía para mi una connotación especial. Mi abuelo paterno, Gregorio Martínez, tenía la costumbre de comprarnos a las nietas las zapatillas de la mona de pascua. No éramos nada más que tres nietas, y como mi prima Luisín era mucho más mayor que nosotras, en realidad íbamos mi prima Lolín Cano y yo a comprarlas ¡Ah, aquellas alpargatas! Ni el mas delicado tafilete, ni el mas original diseño de hoy pueden generarme la ilusión de aquellas zapatillas. La pascua anunciaba el comienzo de la primavera, después del largo y frío invierno requenense, y el Sábado de Gloria el escaparate de la tienda de Marcelino Roda, en la calle Poeta Herrero, parecía un prado lleno de muchas mariposas de brillantes colores, eran las zapatillas de mona, las que se compraban para ir a celebrar la pascua al campo ¡Qué delicia de zapatillas!

Los Pinos de Florillo desde Puente de Jalance (4)
El Domingo de Resurrección iba a misa de 12 al Salvador, luego el inexcusable paseo por la Avenida y a casa a preparar la mona de la tarde. En mi infancia el Domingo de Pascua sólo se iba por la tarde, y no todo el mundo salía. De pequeña recuerdo que íbamos con mi abuela a merendar la mona a la fuente Bernate, o a la de Regidores. Más mayor, sobre los 10 u 11 años recuerdo ir con los padres de mi amiga Elvira, Miquel y Paquita, y sus hermanas Paqui, Eva y Luci, más pequeñas, a los Pinos de Florillo ¡Ah, que camino, qué tarde, qué gozada! Dejábamos a nuestra espalda una Requena que se asomaba desde el extremo de su Baluarte, atravesábamos la carretera nacional Madrid-Valencia que, en aquella época, no llevaba mucho tráfico y cogíamos el viejo camino de la Portera. Solíamos hacer una breve parada en el hermoso y acogedor puente de Jalance, sobre el río Magro, para continuar hasta el paraje conocido como Pinos de Florillo, un lugar encantador desde el cual el perfil de Requena adquiere una de su más hermosas vistas. Había una de esas glamurosas casas construidas en torno a 1900, con una elegante balaustrada, pero convertidas en damas silenciosas desde la guerra civil. La pinada, espectacular, y la sinfonía del viento al pasar por entre sus ramas son realmente inolvidable, el suelo era un mullido lecho de agujas de pino. Allí jugábamos, corríamos, comíamos... éramos felices. Otro de los lugares del Domingo de Pascua era el de la fuente de La Purísima.

El lunes y martes de pascua iba con mi familia, y su charpa de amigos, todo el día a alguno de los lugares tradicionales, por lo normal fincas donde trabajaba alguno de ellos o eran propietarios como Calvestra, San Blas, o el Atrafal. Calvestra estaba al norte del término municipal, en unas boscosas montañas desde cuya cima solo se vislumbraba una mar de pinos, a lo lejos, el Pico del Tejo. Estaba lejos y nos subían en algún camión o tractor, porque los automóviles no eran muy frecuentes en el pueblo, aunque los había. Fuésemos donde fuésemos, íbamos con la familia no nos preocupábamos de la comida, eso era cosa de los mayores. Nosotros a jugar a... lo que fuera, a pasear, a charlar, a contar cosas. La comida duraba mucho. No puedo perfilar bien el día, solo lo bien que lo pasábamos.

Pascua de 1960, en el Nacimiento ( 5 )
Cuando ya comenzamos a tener una cierta autonomía de vuelo íbamos más a nuestro aire. Los lugares de destino era el Nacimiento, la Casilla San José, los Pinos de Florillo, San Blas, el Telégrafo, Fuencaliente... Los días de pascua adquirieron categoría de mitos. El Nacimiento y la Casilla de San José son los lugares a los que más recuerdo haber ido, además de los Pinos. Ya éramos adolescentes y como dice Bernardo Gavilá nos preparábamos para rular la mona con el fardel, una taleguilla que contenía la merienda y la mona. Había que buscar pandilla pascuera y luego pasar el día saltando a la comba, tirar de la cuerda, cantar las típica canciones de la tarara, pasar el día y quedar con fuerza para ir a algún guateque en la tarde noche, ya en el pueblo, o al cine. Los años del Instituto, la pandilla pascuera la formaban fundamentalmente las amigas y compañeros del Instituto, aunque siempre se incorporaba alguna amiga vecina, o algún pariente.

El Nacimiento era un espléndido lugar, tal vez a una hora de camino andando, no recuerdo bien. Como su nombre indica era un lugar donde nacía el agua en medio de montes de densas pinadas, en el entorno de Casablanca, suaves colinas con los suficientes llanos para poder jugar y saltar, para sentarnos en el suelo a comer. El agua brotaba en una pequeña hondonada, pero el descenso no era dificultoso. Todavía recuerdo la cristalina transparencia del agua, el verde frescor que la rodeaba.



Familia García Domenech (6)
La estancia en el campo comiendo la mona era algo que nos hacía felices. No hay muchos testimonios gráficos de esos significativos días. La cámaras fotográficas no eran muy abundantes en la Requena de nuestra infancia, pero las pocas fotografías de las que disponemos hoy nos traducen, de alguna manera, aquellos maravillosos momentos. La entrañable fotografía de la familia García Domenech, que nos facilita Marisa, nos transporta a Fuencaliente, otro de los idílicos parajes del entorno, toda la familia en el momento de dar cuenta, posiblemente, del bollo, en 1956. La sonrisa de todos ellos nos habla de la alegría familiar en el día de pascua. Dos años después, la misma alegría se refleja en las caras de los jóvenes de entonces cuando en la pascua de 1958 César Jordá y sus amigos iban camino de Fuencaliente. Jóvenes sonrisas vemos en el grupo de amigos que, en 1960, celebraban la pascua en el Nacimiento.

Pascua de 1967, en la Casilla San José
La Casilla de San José era un lugar a un tiro de piedra del pueblo, una finca que tenía un cierto aire señorial de aquellos de principios del sigo XX. Había una buena pinada, y creo recordar restos de lo que pudo ser una piscina y una capilla, la finca estaba cercada por una blanca tapia almenada, pero, excepto a zonas de la vivienda particular, se podía acceder a todo el entorno de la pinada. Estaba cerca de la fuente de la Purísima. Se podía jugar a muchas cosas, pasear, descansar. Era muy frecuentado como lugar de esparcimiento. En los años setenta se acondicionó, al menos la parte que linda con la carretera, como restaurante.

Por Pascua Florida, una vez más, los numerosos y encantadores lugares del entorno de Requena, acogían a niños, jóvenes y mayores y nos garantizaban una felicidad impagable, el simple hecho de pisar la tierra, de respirar el aire, de beber el agua, de estar allí con amigos o con familia, de dejar deslizarse el tiempo con juegos, paseos, conversaciones, risas, cantos, nos hacía felices. Felicidad que pervive en la memoria de la gente del pueblo. Como parece expresar Mª Luisa García contemplando el paisaje de los Pinos de Florillo: "Cuantas monas de pascuas comidas ahí ......"

(1) Fotografía de Mª Luisa García : Pinos de Florillo 9-10-2015. Extraída de Fotos de Requena y comarca.
(2) Fotografía de César Jordá: Corriendo la "mona" Fuencaliente, Pascua de 1958. Publicada en el libro Historias y recuerdos: de César Jordá Moltó. Extraída de Fotos de Requena y comarca.
(3) Pacua de 1969. Por la Serratilla con Angelita Sáez Martínez, Mª Victoria López Gil, Juanamari Marco y mi prima Emi Hernández.
(4) Fotografía de Mª Luisa García : Los Pinos de Florillo desde el puente de Jalance. 9-10-2015.
(5) Fotografía de Kea Rodríguez: Pascua 1960. Extraída de Fotos de Requena y comarca.
(6) Fotografía de Marisa García Domenech: "1956. Día de Pascua en la Fuencaliente. Toda la familia con mis primos y vecinos de la calle Desamparados". Extraída de Fotos de Requena y comarca.
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